«Guillermo Iglesias vuelve a casa: el cierre de una espera de 18 años»

#NDC

Nilda Treviño

#SanjuanSabinasCoahuila.

La tragedia en la mina 8 de Pasta de Conchos, ocurrida el 19 de febrero de 2006, dejó un dolor profundo que ha marcado a las familias de 63 mineros que nunca regresaron. Hoy, 18 años y 10 meses después, Marta Iglesias puede finalmente decir que su padre, Guillermo Iglesias, vuelve a casa.

El 4 de diciembre de 2024, alrededor de las 8:30 de la noche, los restos de Guillermo fueron recuperados del área de rampas, el lugar donde maniobraba una máquina en el turno de segunda aquel día. Según los registros de Grupo México, propietario de la mina 8, allí trabajaba cuando el accidente sepultó su vida y las esperanzas de tantas familias. Pero para Marta, su papá nunca quedó olvidado.

“Siempre le pedí a Dios que me diera fuerza para esperar, y aquí estamos. Mi papá está con nosotros, después de casi 19 años”, dice Marta, su voz temblando entre la tristeza y el alivio. Su madre, quien falleció hace 18 años, no pudo ser testigo de este momento, pero Marta cree que desde el cielo ambas almas estarán juntas nuevamente.

El rescate de Guillermo no es solo un acto de justicia; es una promesa cumplida. Fue en el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador cuando se retomó el compromiso de recuperar a los mineros atrapados, y el trabajo ha continuado ahora bajo Claudia Sheinbaum. Desde septiembre del año pasado comenzaron a abrir rampas, y con ello, las esperanzas de las familias se fortalecieron.

“Es difícil explicar lo que sentimos. Por un lado, saber que mi papá ya no está atrapado en esa mina es un descanso, pero también queda esa herida abierta. ¿Qué pasó realmente? ¿Por qué no se hizo nada a tiempo? Esas preguntas todavía nos duelen”, reflexiona Marta mientras acaricia una foto de su padre, un hombre de mirada firme y un casco minero que llevaba con orgullo.

El camino aún no termina para los Iglesias. El próximo 4 de febrero, Marta deberá viajar a la Ciudad de México para completar los trámites necesarios antes de que el cuerpo de Guillermo pueda descansar en su tierra. Pero el peso más grande ya se ha aligerado.

“Fueron casi 19 años esperando este momento. Ahora puedo pensar en despedirme de él como se merece, darle un lugar digno y cerrar un poco este capítulo que nos ha marcado tanto como familia.”

Pasta de Conchos no es solo una tragedia minera; es un símbolo de la lucha por la dignidad, la justicia y la memoria. Guillermo Iglesias ya no está atrapado en la mina, pero hay familias que aún esperan la recuperación de sus seres queridos. Y con cada cuerpo recuperado, las heridas colectivas encuentran un poco de consuelo.

Marta Iglesias mira al cielo y agradece. Su papá, el minero que trabajaba con orgullo entre las entrañas de la tierra, hoy puede descansar. Su historia, como la de tantos otros, seguirá siendo un recordatorio de la necesidad de justicia y de no olvidar.

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